domingo, 20 de enero de 2013

Dos Gruas


El amor descendió en tren
Por aguadas y  quebradas
Conquistó la ciudad, su plaza
Sus rincones y callejones
Entró y salió de casas de madera antigua
Desembarcó en la punta del Muelle Dos

El sol presuroso zarpó sin él.
De pie sus corazones apasionados
Quedaron dos grúas petrificadas
Olvidadas por  el tiempo y los hombres
Sentenciadas a muerte frente al mar.

Las arrugas se grabaron en su piel de acero
La sal dibujó sus rostros de indiferencia
El óxido fosilizó sus sueños
Desde la coraza a la medula de los fierros.
Bocanadas de loción acida pintó sus caras
Con gestos teatrales de abandono y soledad

Sus corazones se tiñeron con tintes de olvido
Sus brillantes vestidos de viaje
Se convirtieron en astillas putrefactas
De lejos se confunden con el paisaje.
La bruma salina maceró sus pies de hierro
Carcomió las promesas  nocturnas

El tiempo las bañó de adioses
Al llegar el alba son testigos de la sed y el hambre
Del fuego y de la muerte de los manantiales

Del desaliento de quienes se marcharon
Del tesón de quienes se quedaron.

Hoy no necesitan tocarse entre ellas
O saborear el latir de sus labios
Solo les basta amanecer una cerca de la otra
Con el pecho encendido de nostalgia
Mientras Dios les acaricie la cara
Y las bendiga  izarse juntas al cielo.

AB









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