domingo, 19 de mayo de 2013

Llegarás de noche



 


Llegarás de noche hasta mis brazos

con el día a cuestas

con las cadenas rotas de la huida

te reconoceré  entre tantos

tu sonrisa, tu caminar pausado

tu rostro pampino  iluminado.

Llegarás en el último tren

para yacer sobre mi cuerpo

enjoyado por el brillo del sol

llegarás a beber de mi piel  endulzada

con la sal rojiza del atardecer.

El contar de días  eternos

acabará con mi rostro entre tus manos

con mi cintura ceñida a tu cuerpo

con tu promesa cumplida a pesar de los años

la larga ausencia será apenas un destello

ante la placidez de tu ansiada llegada.

En una habitación sin cielo

bajo la garúa de estrellas

descontaremos miles de besos

desplancharemos mi vestido

desordenaremos tu cabello.

Cada prenda caerá en la entrega

la luna revivirá nuestros cuerpos sin tiempo

las olas golpearán los aceros carcomidos

enmudecerá  nuestro canto

los gaviotines chillones

sabrán cuanto te he extrañado.

Todos dormirán esa noche

nadie sabrá de tu llegada ni de tu marcha

solo tu maleta compañera de viaje

sabrá que al abandonar el Sol las quebradas

me encontrará sola y desnuda sobre la playa.



Alicia Cecilia

sábado, 11 de mayo de 2013

Soy Bahía
















Soy de Nuestra señora la bahía

Soy regazo, escondite y guarida

Soy boca, clamor y llanto

Soy  atraco,  paz y descanso

Soy  bienvenida, celebración y canto 

Al amanecer soy esperanza  y aguardo,

Por las tardes soy promesa y despedida

Por las noches soy fulgor  y destello

Soy espectadora silente

Soy desembarco de besos

Soy guardiana de tesoros,  de amores  de paso

Soy tu bahía, mi faro lleva tu nombre.





Alicia Cecilia

domingo, 20 de enero de 2013

Dos Gruas


El amor descendió en tren
Por aguadas y  quebradas
Conquistó la ciudad, su plaza
Sus rincones y callejones
Entró y salió de casas de madera antigua
Desembarcó en la punta del Muelle Dos

El sol presuroso zarpó sin él.
De pie sus corazones apasionados
Quedaron dos grúas petrificadas
Olvidadas por  el tiempo y los hombres
Sentenciadas a muerte frente al mar.

Las arrugas se grabaron en su piel de acero
La sal dibujó sus rostros de indiferencia
El óxido fosilizó sus sueños
Desde la coraza a la medula de los fierros.
Bocanadas de loción acida pintó sus caras
Con gestos teatrales de abandono y soledad

Sus corazones se tiñeron con tintes de olvido
Sus brillantes vestidos de viaje
Se convirtieron en astillas putrefactas
De lejos se confunden con el paisaje.
La bruma salina maceró sus pies de hierro
Carcomió las promesas  nocturnas

El tiempo las bañó de adioses
Al llegar el alba son testigos de la sed y el hambre
Del fuego y de la muerte de los manantiales

Del desaliento de quienes se marcharon
Del tesón de quienes se quedaron.

Hoy no necesitan tocarse entre ellas
O saborear el latir de sus labios
Solo les basta amanecer una cerca de la otra
Con el pecho encendido de nostalgia
Mientras Dios les acaricie la cara
Y las bendiga  izarse juntas al cielo.

AB