El amor descendió
en tren
Por aguadas y quebradas
Conquistó la ciudad, su plaza
Sus rincones y callejones
Entró y salió de casas de madera antigua
Desembarcó en la punta del Muelle Dos
El sol presuroso
zarpó sin él.
De pie sus corazones apasionados
Quedaron dos grúas petrificadas
Olvidadas por el tiempo y los hombres
Sentenciadas a muerte frente al mar.
Las arrugas se
grabaron en su piel de acero
La sal dibujó sus rostros de indiferencia
El óxido fosilizó sus sueños
Desde la coraza a la medula de los fierros.
Bocanadas de loción acida pintó sus caras
Con gestos teatrales de abandono y soledad
Sus corazones se
tiñeron con tintes de olvido
Sus brillantes vestidos de viaje
Se convirtieron en astillas putrefactas
De lejos se confunden con el paisaje.
La bruma salina maceró sus pies de hierro
Carcomió las promesas nocturnas
El tiempo las
bañó de adioses
Al llegar el alba
son testigos de la sed y el hambre
Del fuego y de la muerte de los manantiales
Del desaliento de
quienes se marcharon
Del tesón de quienes se quedaron.
Hoy no necesitan
tocarse entre ellas
O saborear el
latir de sus labios
Solo les basta
amanecer una cerca de la otra
Con el pecho encendido de nostalgia
Mientras Dios les acaricie la cara
Y las bendiga izarse juntas al cielo.AB